En épocas como las actuales donde parece que todo se achica y que nos cuesta mucho esfuerzo acceder a lo que deseamos, propongo que nos hagamos esta pregunta:
¿Cómo reconozco mis necesidades auténticas de las que no lo son?.
¿Para que?
Para alinearnos con nuestra naturaleza, para experimentar-nos en un nuevo lugar de observación de nosotros mismos, para sufrir menos, para aprender y relacionarnos con las otras personas que viven a nuestro lado mas honestamente.
A menudo no solemos hacernos estos cuestionamientos, estamos distraídos, vivimos en un aturdimiento compartido..., que a veces nos incapacita para percibir nuestras necesidades auténticas.
Nos ocurre que corremos detrás de personas y de objetos, o, personas-objetos que se supone nos traerán "esa felicidad tan deseada", y cuando las "conseguimos", descubrimos anestesiados que nos sentimos igual o peor que antes de tenerlas.
A mi, se me hace imprescindible preguntarme, me es vital la respuesta porque estoy cansada de sufrir, de vagar... porque me ubica en un nuevo lugar. Me despierta y comprendo que puedo reconocer como auténticas aquellas necesidades que una vez satisfechas cambian mi estado, me pacifican, me serenan, me permiten experimentarme unificada, tranquila.
(...) Con las otras necesidades no ocurre lo mismo; a ellas se las satisface, y, a la brevedad, retornan a hacerse imperiosas, insistentes e inquietantes.(...)*
* extraído del poema 18 del libro "Espacios y Silencios". Rubén León Makinistián
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